La ilusion «infantil» de abrir una nueva consola

Creo que todos los que somos amantes de los videojuegos, sobre todo aquellos que coleccionamos consolas y nos gusta lo retro, hemos tenido alguna vez esta sensación. Es como abrir un buen café – para los que bebemos café – olerlo y tu cerebro empieza a asimilar lo que vas a tomar o empieza a imaginarse lo que vas a sentir cuando te lo tomes – Coño, parezco un adicto al café y en cierto sentido lo soy… –

Algo parecido me ocurre cuando llega el momento de abrir una nueva máquina, una compañera de tiempo libre, a la cual, voy a alimentar con todos los juegos que pueda o el bolsillo me permita. La sensación cuando abres una nueva consola, la ojeas, toqueteas todo lo que viene en el interior de la caja, es algo que no se olvida y llega a enganchar.

Muchos de los que pasáis por aquí, habéis comprado una TurboGrafx – ahora me viene a la cabeza, Adol, Alejandro Retro, Darth Txelos, por decir unos cuantos – en una tienda que cada día se da más a conocer y que por cierto, tengo a escasos kilómetros de mi casa. Os estoy hablando de Emere y de la venta de TurboGrafx embasadas en el tiempo e impolutas, que nadie ha tocado desde que se lanzo la consola y que Emere vende a un precio bastante bueno – Ahora están algo más baratas que cuando la compre yo en su día, aprovechar – ¿De dónde sacaran tantas consolas? Es algo que nos preguntamos muchos y que aun no tiene respuesta…

Como os decía, abrir una consola que aquí llego en el año 1990, un año antes en USA, en 1987 en Japón, en el año 2011 y encontrarla totalmente nueva, sin que nadie la haya tocado jamás, es una sensación que cualquier amante de lo retro sabrá de que le estoy hablando. Abrir la caja de TurboGrafx, encontrar que solo había pasado el tiempo por la cinta adhesiva que sujeta el corcho, que actúa a modo de tapa, porque tiene un tono amarillento que coge la cinta adhesiva con el paso del tiempo. Al encenderla para probarla, saber que es la primera vez que esa consola vuelve a la vida – quitando los test que pasara por la fabrica – porque suelta el olor que transmiten todos los productos electrónicos la primera vez que los pones en funcionamiento. Es una sensación que ahora pretendo buscar con cada consola retro que compro y quizás nunca – espero que no – vuelva a tener. Porque todos sabemos que encontrar una consola retro, nueva y que nadie haya tocado, es algo casi imposible.

Pero no siempre tiene que ser una consola retro, también puede ocurrir con una recién salida o de escasa vida en el mercado, como me ocurrió con la Nintendo 3Ds, que por cierto, viene con muchísimo contenido de lectura y solo tenéis que pasar por aquí y leer lo que escribí sobre ella. Abrir la caja, con cuidado de no romper nada y descubrir en su interior el contenido de la caja – siempre es mejor cuando la consola acaba de salir, luego se rebaja costes y con ello el embalaje y contenido de la caja es mucho peor – los manuales, los accesorios que pueda incluir y la consola en sí, es la sensación de cuando éramos niños y recibíamos los regalos por reyes, atónitos a que alguien que no habíamos visto, había dejado lo que llevábamos pidiendo desde hace tiempo – si había suerte – y es esta ilusión de niño, la que yo por lo menos, tengo cuando abro una nueva consola y espero no perder nunca.

Por cierto, tengo que escribir algo sobre esta consola, desconocida por muchos y no debería ser así.

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