Aun recuerdo cuando era pequeño, pasaba horas y horas delante del televisor jugando a la consola, hasta que llegaba el momento de quitarla o más bien llegaba el momento que me llamaban la atención, porque querían usar el televisor para otras cosas – hasta que tuve el mio propio, de 14″ – Si bien podía ser por algo que tenía que hacer, y estaban mis padres para recordarmelo o simplemente por el hecho de que llevaba mucho tiempo delante del televisor, malgastándolo jugando a la consola, como también me decían mis padres.

Hoy en día esto ya no me ocurre – bueno ni lo de que te llamen la atención tus padres tampoco – a veces hasta busco estar horas y horas jugando a la consola. Guardo juegos para esos momentos, en los que dispongo de más tiempo para mi y disfrutarlos como merecen. Pero hoy en día tengo un límite jugando a la consola y que me gustaría que fuera más extenso. Cuando paso más de una hora con el mando en la mano, mi agotamiento mental o el simple hecho de llevar esa hora, me dice que estoy cansado de jugar y bien me pongo otro juego – cosa que ocurre bastante a menudo, por eso se me están acumulando – o directamente apago la consola y me dedico a otra cosa – como escribir esto, por ejemplo –

Aquellas tardes enteras disfrutando de un juego, sacándole todo el jugo que tenia y todo lo que podía ofrecer, han pasado a mejor vida. Ya podía ser alquilado, prestado por alguien o directamente mio y no importaba el juego que fuera – a no ser que fuera un truño importante – le dedicabas todo el tiempo que podías, a veces, demasiado tiempo. No son pocas las ocasiones que pongo un juego nuevo, recien comprado, el cual llevo mucho tiempo esperando, leyendo sobre el, viendo videos y mi Hype me anima a probarlo con la misma ilusión que antaño. Adoro esos momentos de ilusión, el primer contacto con el juego. Pero esa ilusión es como la propia palabra indica, ilusión, porque al cabo de un rato, el ímpetu inicial con el que empiezo el juego, desaparece por completo. En ocasiones la ilusión puede durarme unos días, si dedico poco tiempo al juego, pero al final siempre queda relegado a la estantería, como muchos otros.

Echo de menos esos momentos, en los que conectaba mi Super Nintendo, metía el cartucho en la ranura y me olvidaba de todo. Nada podía abstraerme de aquel mando y aquella pantalla. Ya podía ser un juego de Rol, de plataformas, carreras, acción, aventuras o cualquier otra cosa, yo me olvidaba del mundo y de muchas otras cosas, las horas pasaban como minutos y los minutos pasaban como segundos. Aquella sensación que pasaba desapercibida para mí – aun era pequeño para darme cuenta – ahora la echo de menos y no son pocas veces las que intento encontrarla, con juegos nuevos, pero por más que lo intento no lo consigo y los juegos quedan relegados al siguiente hueco de la estantería.

Ahora os vendrá a la mente lo que todos pensamos, nos hacemos mayores o me estoy haciendo mayor, pero ni mucho menos. No creo que sea la edad lo que nos haga perder esa ilusión, sino la experiencia de haberlo visto todo o casi todo, en el mundo del videojuego. Ahora buscamos otras cosas en los videojuegos – o al menos es lo que a mi me ocurre – y son esas cosas las que hacen que los juegos nos enganchen. En mi caso son aquellos juegos con una buena historia y la verdad, son pocos los que disponen de ella. Ya puede ser por la forma como este tratada en el videojuego o ya puede ser por la temática de la misma, la propia historia del videojuego, es quizás, lo que me haya devuelto un poco la ilusión.

Después de releer el texto que he escrito, he decidido añadir unas cosas y cambiar otras. Ahora me gusta mucho más, espero que a vosotros también.